ASegarra

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BIOGRAFIA


Ángel Luis Segarra Ramírez

Villanueva del Arzobispo. Jaén. 1953


FORMACIÓN

- Licenciado en Bellas Artes (especialidad de Pintura) en la Facultad de Bellas Artes de Barcelona.
- Licenciado en Bellas Artes (especialidad de Imagen) en la Facultad de Bellas Artes de Barcelona.
- Seminario-taller de Mass-Media y Medios Audio-Visuales en la Facultad de Bellas Artes de Barcelona.
- Curso de fotografía en la Escuela de Artes y Oficios de Granada.
- Catedrático de Dibujo.


EXPOSICIONES

1974-79

- Diversos murales en las calles de Barcelona con temas relacionados con la transición española.

1978

- Exposición colectiva. Sala de Exposiciones de la Facultad de Bellas Artes de Barcelona.
- Exposición colectiva. L´Antic Hospital de la Sta. Creu. Barcelona.
- Exposición colectiva. Palau de la Virreina. Barcelona.
- Diseña y dirige la decoración de la calle Fraternitat para las Fiestas de Gracia. Barcelona.

1980

- Profesor de Dibujo en IES.

1982

- Organización y ejecución de una escultura (3x3x3m.) de hormigón armado en Mollet, Barcelona.
- Seminario de video “1res. Sessions de Treball sobre l´us del Video a l´Ensenyament” organizado por el Departament d´Ensenyament. Barcelona.
- Proyecto de video interdisciplinar “El físico heredado”. Barcelona.

1983-85

- Proyectos y realizaciones junto con P. Bruix y T. Esteban de videos didácticos con los temas: "Cómo funciona el vídeo” (15´), "Sistemas de representación", "El diseño gráfico", "El diseño Industrial", "Elementos de la Imagen", "Els cartells i les Olimpiades" (15´), "El color, percepción, teoría y lenguaje" (27´).
- Director y guionista, junto con P. Bruix y T. Esteban del vídeo "Anàlisi d´un quadre. dona i ocells de Joan Miró" (26´), distribuido por el Departament d´Ensenyament de la Generalitat de Catalunya.

      * 1er. Premio en la modalidad "Video-Argumento" y Mención Honorífica en el 1er. Festival Internacional de Vídeo Profesional de Andorra FIVA 83. Andorra.
      * Emitido por TVE en el programa "La tarde".
      * Presentado en la 1ª Mostra de Vídeo Didàctic en la Fundación Miró. Barcelona.
      * Presentado en el "Festival Internacional de Cine de San Sebastián-83, en el apartado de vídeo.
      * Presentado en las Jornadas Populares de Vídeo Sonimag-83. Barcelona.
      * Presentado en Expocultura- 83. Madrid.
      * Elegido para la representación española en la "2ª Manifestation Internationale de Vídeo de Montbeliard”. Francia.
      * 1er. Festival de Vídeo de Madrid.

- Director y guionista, junto con P. Bruix y T. Esteban del vídeo "Llegim les imatges" (10´) encargado por TV3, para ser emitido a manera de guía didáctica y a continuación de "Anàlisi d´un quadre" en el programa "AULA VISUAL”.

1987-88

- Producción de los vídeos: "Sento Masià i el seu art" (16´), "Al llarg d´un curt" (20´). “Aprovar sense esforç?” (14´), “La producció cinematogràfica. Els decorats” (12´).

1989

- Profesor de Fotografía y Video en IES.
- Producción videográfica “Maldita Fiesta” (32´) y “No puedo soportar perderte” (5´). Badalona, Barcelona.

1992

- Exposición fotográfica “Indigentes. La otra cara de Barcelona 92”. Villanueva del Arzobispo, Jaén.

1993-94

- Exposiciones individuales de paisajes de la Sierra de Segura. Hornos, Cazorla (Jaén) y Córdoba.

2000

- Exposiciones colectivas “Artistas con Amnistía Internacional”. Córdoba.
- Exposición individual. El Quiñón, Córdoba.
- Exposición individual. Museo Histórico Municipal, Écija.
- Exposición individual. Sala de Exposiciones Centro Cultural M. Castillejo, Jaén.
- Exposición individual. Telas, Córdoba.
- Exposición individual. La Carbonería, Sevilla.
- Exposición individual. El Somontano, Córdoba.
- Dirige el relieve “Homenaje a Góngora” (1,7 m) realizado por sus alumnos de Bachillerato Artístico del IES Luis de Góngora (Córdoba) y emitido en “El Club de las Ideas” de Canal Sur.
- Exposición individual. Telas, Córdoba.
- Exposición individual “Presentes pasados”. Góngora Arte, Córdoba.

2008

- Exposición individual “Árboles”. Góngora Arte, Córdoba.
- Coautor de lo libro de texto “Dibujo Técnico I”. Bachillerato. Editorial Vicens Vives.
- Exposición individual “Más árboles”. Galería Tríptico del IES Averroes, Córdoba.

2010

- Coautor de lo libro de texto “Dibujo Técnico II”. Bachillerato. Editorial Vicens Vives.

2013

- Exposición individual "Paisajes". Tempranillo, Alcalá de Henares, Madrid.


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TEXTOS



ALFONSO MELERO. Día de Córdoba



SUSANA CABALLERO. Diario Córdoba



EDUARDO GARCÍA


Desde que la vanguardia nos dejara exhaustos de novedad a toda prisa, la pintura contemporánea ha descubierto nuevos filones donde los artistas de principios del siglo XX nunca hubieran soñado encontrarlos. Me refiero al fecundo diálogo con la tradición (o mejor, las tradiciones) que ha caracterizado a buena parte de la creación de la segunda mitad del siglo. Es preciso aclarar que no se trata en absoluto de practicar un “revival” de pasadas tendencias, de limitarse a una mera “mímesis” sin pulso que opera en el vacío de la ahistoricidad. Se trata, por el contrario, de emplear recursos tomados de aquí y de allá... para ponerlos, eso sí, al servicio de una mirada nueva. Ahí está para demostrarlo lo mejor del arte de las últimas décadas.

Así le ocurre a Ángel Luis Segarra, quien ha sabido incorporar a su paleta la pincelada impresionista de Monet y la exquisita sensualidad de Cézanne, aproximándose a veces al vigoroso posimpresionista que fue Van Gogh o a la deconstrucción figurativa de un Bacon. El pintor “dialoga” con ellos, tendiéndoles un guiño de complicidad. Sin embargo, por debajo de la aparente cercanía de los recursos, Ángel Luis Segarra desplaza subrepticiamente el decorado, riza el rizo más allá de lo previsible.

La contemporaneidad de su apuesta se hace así patente. Muchos son los lazos que parecen vincularla a la de ese gran movimiento que fue y es la transvanguardia italiana. En este sentido Segarra se hace eco del “nomadismo” que ya postulara Oliva en los años 70. Por “nomadismo” entendía éste la posibilidad abierta al artista de la era posmoderna de transitar libremente por cualquier período del arte del pasado, tomando aquellos fragmentos que le interesen para la consecución de su propia obra. El atento contemplador descubrirá en seguida ese sutil juego de deslizamientos. En él reside la personalidad del creador.

Así ocurre, por ejemplo, con la perspectiva, que prácticamente se disuelve en estos paisajes. A simple vista estamos ante el paisaje “de siempre”, pero en realidad el pintor ha subvertido su lenguaje. Es más, yo diría que le interesa sólo muy en segundo plano el paisaje mismo. Este es tan sólo una excusa para el ejercicio de la actividad transfiguradora del artista. En definitiva, el pintor centra su atención en el acto mismo de pintar y no en el objeto representado.

A menudo se observa en estos cuadros otro rasgo peculiar que parece apuntar en idéntica dirección. Me refiero a la insistencia en el fragmento revelador. El encuadre parcial, que concentra la mirada en un espacio reducido de la totalidad de la escena, viene a descontextualizarla. Parece como si se pretendiera revelar lo que de universal manifiesta lo particular. ¿Por qué pintar el paisaje en toda su amplitud, como si de una postal “comme il faut” se tratase? Por el contrario, Segarra opta por el detalle significativo, la porción que ofrece por sí sola la dimensión esencial del conjunto. Se advierte aquí el segundo rasgo que comparte con la transvanguardia, a saber, la atención a lo fragmentario.

Al romper con las convenciones del paisaje realista, donde la ilusión de realidad se propone hacernos olvidar al sujeto que mira, se produce el efecto inverso. La subjetividad del artista, la expresión, se apodera de lo representado. Adiós al objetivismo estricto, reduccionista. El ojo está presente en la escena. De hecho, es en el espacio que media entre el vitalismo expresionista de un Van Gogh y el objetivismo realista de un Monet donde se desenvuelve Ángel Segarra, conquistando nuevos ámbitos para la pintura. Sin ingenuidad. Con honestidad y atrevimiento.

Para terminar, quisiera subrayar la actitud de integración en la naturaleza que se trasluce en esta pintura. En efecto, estos paisajes rompen también las leyes de la representación por una vía bastante más obvia que las que he señalado hasta ahora. En todos ellos se vislumbra una idéntica voluntad de dotar de vida propia a la naturaleza, de acentuar sus rasgos vitales. Parece como si ésta le sirviera al autor como refugio. Un espacio incontaminado donde la mirada puede reposar más libre de prejuicios y automatismos mecánicos. ¿El sueño, quizá, del ya imposible retorno a la madre tierra?



ANTONIO GONZÁLEZ CARRILLO

- Pintar después de pintar -


En su “Macondo” particular de El Duende, Ángel se sumerge en su microclima, junto a la ribera agreste, casi salvaje, por donde corretea el cercano Arroyo del Moro. Desde allí el pintor puede atisbar una huerta próxima presidida por hermosos naranjos.

Su gama de intensos colores de sus cuadros nos emociona la vez primera que los contemplamos, sus hermosos lienzos pasan sin continuidad de lo meramente figurativo de una etapa de su vida artística a la abstracción de una época más reciente, a través del método original de pintar el mismo cuadro dos veces: mitad figurativo y mitad abstracto.

Es como pintar después de pintar... Si en sus inicios en Cataluña se interesó por el dominio de la representación figurativa, en el presente se lanza por la vía de la fragmentación más radical que llama deconstrucción. En ambos casos su pintura está subrayada por los colores más puros, en una atmósfera que parece presidida por fuerzas telúricas que surgen de la tierra misma o del subconsciente del artista.

Sus cuadros reflejan los paisajes de las sierras de Segura y de las Villas, de Hornos y del Tranco. Son como fotografías en un primer plano, que se dejan llevar por la fuerza del color, pintando paisajes de olivos azules, plateados en el anverso de sus hojas tal y como los veía en sus poemas Federico García Lorca.

Es una pintura, sin duda valiente y tierna, que juega con la paleta y se divierte, de una creatividad enorme, en su misteriosa versión del uno-dos parmenídeo- heraclíteano con pinceles moviéndose con trazo a la vez suelto y firme. La humildad del artista es pasional, su timidez enmascara en el fondo una potente fuerza interior, su pintura es laberinto y “puzzle”, un simbólico orden desordenado.

Se pueden rastrear en su pintura influencias varias como las del fauvismo, está también presente los ecos de la pintura de Cézanne, en sus cuadros de paisajes de tonos ocres y verdes, la huella del genial aventurero utópico Gauguin y de Van Gogh, el postimpresionismo de Monet, de Munch y las deconstrucciones de Francis Bacon.

Más allá de la frontera de la representación está la libertad del artista que se siente demiurgo, que sabe unir en uno: tradición y vanguardia. Pintar por pintar, como lo hicieron los primitivos, o el arte por el arte como lo concibieron los antiguos griegos. Su obra sobrevuela sobre las tendencias pictóricas, situándose más allá de la dogmática de las escuelas existentes, mostrando sin dobleces su autenticidad , como voluntad de poder nietzscheana.

El acto de pintar de Ángel tiene algo de volcánico, de erotismo y sensualidad, es pintura atrevida, esa voluntad que doblega y metamorfosea los paisajes, que son a la vez interiores y exteriores. La interioridad del artista en la exterioridad de la tierra. Paisajes subjetivos del presente, idealizados por la memoria del pasado.

En su energéia, están presentes los cuatro elementos del agua, la tierra, el aire y el fuego. Arte estimulante y vital, impetuoso e intuitivo. Anámnesis, reminiscencia, el artista parece recordar los paisajes de su infancia, revividos cíclicamente cada estío, que en la edad madura se convierten en fragmentos, jirones, detalle y holismo.

De paisajes sin figuras humanas ni animales salvo las caras montaraces de la sierra de Cazorla y Segura. Ahí están plasmados sus sentimientos como un conglomerado, que los lleva a una belleza cuasireligiosa, trascendental, a priori de la vida.

El proceso creativo es en principio lenguaje solipsista que se hace necesariamente público, para ser objeto de contemplación y de crítica. Porque el arte no es simple mercancía, sino que nos dignifica como humanos, genera riqueza mental y vital. La pintura debe ser rompedora, revolucionaria, volcánica, a contracorriente y a contratiempo. Que los surcos de pintura abran caminos nuevos, lo importante es el panta réi.

Por la percepción del artista lo real se hace inmaterial, mira hacia dentro para saber lanzar la mirada hacia fuera. Los objetos que están ahí, callados, silenciosos siendo aliviados por la danza de la espátula, puestos de manifiesto por las descargas del artista creador, una pintura que serpentea, que baila y juguetea como si el frescor del vergel traspasara los cristales del estudio, se apoderase de toda la habitación y de pronto, emanase lo inesperado, lo imprevisto...que no es otra cosa sino el duende.



ÁNGEL LUIS SEGARRA RAMÍREZ

- Yo y el arte -


Aprendí el oficio de delineante, primero 5 años interno en la SAFA de Úbeda y 2 en Almería. Tras un año en mi pueblo, Villanueva del Arzobispo, me fui a Barcelona, a trabajar proyectando casas y de grafista publicitario, a la vez que estudiaba Bellas Artes.

La verdad es que a los 20 años yo no tenía las más puñetera idea en qué iba a dedicar gran parte de mi tiempo de adulto, y menos en qué consistía eso del arte, tan sólo sabía que poseía bastante habilidad con el dibujo. ¿Cuantas personas habrá que sepan que hacen lo que realmente quieren? ¿Habrá iluminados en este mundo o será tan sólo una ilusión el alcanzar tal estado, una ambición que nos ayuda a querer sobrevivir? La vocación, el camino, creo que se encuentra caminando, hacia dónde… es lo de menos, o al menos debiera estar en un segundo plano.

En cierto sentido he tenido suerte. Saber aprovecharse de la suerte es todo un arte. Hay que tener las herramientas preparadas: colocar todas las circunstancias ordenadas en los bordes de la paleta, mojar de aquí y de allí mezclándolas según los impulsos que te se manifiestan desde el corazón y disfrutar con la faena. El resultado es lo de menos, también depende de la suerte. Éste, el resultado, hay que convertirlo en otro color a poner en la paleta, será un nuevo acompañante en el camino del hacer, del vivir. Lo que sí tenemos que tener siempre presente es que lo importante está en la experiencia, en el sentir el proceso en cada momento, en el vivir el presente. ¡Eso sí que es tener suerte!

Creo que podría clasificar tres tipos de actitudes en las personas adultas: Las que dedican gran parte de su tiempo al pasado, las que lo hacen pensando en el futuro y aquellas que, como los primeros niños, viven el presente.

Esta clasificación no debiera ser férrea, ya que pasamos por diversas rachas, y si ahora soy más así, ayer o mañana fui o seré más asao; pero vamos a ceñirnos en los tres tipos:

Las primeras, gente un tanto nostálgica, gusta pensar en aquellos mejores tiempos, quizá un tanto desencantadas por los tiempos que corren, quizá pesimistas de lo venidero. Será porque hayan conocido grandes triunfos, mucho más importantes que las recientes cosechas, será porque no esperan metas loables aparte de la muerte (si es que es una meta y/o digna de alabanza). Suelen ser un tanto introvertidas y su quehacer coge un tinte de perpetuar el legado histórico y/o tradicional; no hacen más que contar batallitas.

Las segundas, son personas políticas, progresistas, individuos que en todo momento andan organizándose y pretendiendo organizar a los demás. Huyen del silencio, del vacío, como si la nada fuese eso: nada; Casi siempre empiezan las frases con “vamos a”; usan y abusan de la razón que es la arquitecta del futuro, ese gran handicap a alcanzar, para cuando llegue dedicarlo a proyectar nuevos tiempos.

Las del tercer tipo, las que viven el presente, las menos, no tienen apego al glorioso o desdichado pasado, ni esperan grandes acontecimientos. Suelen parecernos unas veces felices, otras sufridoras; no hay quién las entienda, están más locas que el tiempo cambiante, el del febrerillo. Unas veces actúan ardientes en una empresa y otras pasan olímpicamente de todo.. Unos auténticos inconstantes e irónicos.

En el acto de la creación artística, la madre del quehacer humano, posiblemente se vislumbre con más claridad las tres actitudes ante el pasado, el futuro y el presente.

Voy a hacer un esfuerzo a ver si consiguiera autoanalizarme siguiendo la tipología que acabo de enunciar.

Primero echaré mano cual es el propósito de mi actividad artística. Intento comunicar, expresar algo que conozco: mi experiencia de la vida, lo aprehendido y digerido. El medio es la pintura y a veces otras artes. Dirijo mi decir a un hipotético lector que, en cierta medida, lo confecciono en mi cerebro con pretensiones de que sepa comprenderme y por tanto sea afín a mi credo.

El resultado de mi trabajo, mi obra, es un producto valorable que deseo (¡iluso de mí!) que se acoja a la normativa vigente en el foro artístico del momento. Estamos irremediablemente insertos en un sistema productivo y consumidor, obligados a ser útiles y a utilizar lo útil de otros. Mi producción artística la hago porque no se hacer otra cosa mejor, poseo ciertas facultades artísticas y una gran facilidad para garabatear colores. Además en el proceso hay momentos que me lo paso “pipa”. En él los conceptos y las reglas van pasando y unas veces los acaricio y otras les doy zarpazos. Creo que lo transcendente en mi hacer es cuándo no soy consciente de la transcendencia del producto.

En cuanto a qué es lo que le digo, lo que le cuento al posible lector, y si se quiere, a mí mismo, pues eso, mi experiencia de la vida, de mi vida, de cómo me relaciono con la realidad, con la naturaleza. Lo real es un concepto de algo que está ahí, dentro y fuera de la piel, es algo que nos acompaña en este corto viaje, sin que hayamos optado por su presencia, un conjunto de materias y antimaterias que nos van influyendo y que, a la vez, afectamos queramos o no.

Creo que el grado de aceptación de la realidad hace que intentemos aproximar el entorno al espectador, que nuestra obra hable más o menos de ella y de manera más directa o más esquivamente. La interpretación de esa realidad percibida se hace con una mayor o menor abstracción de las formas (y empleo del color). La elección del estilo tiene que ver con la dirección de la mirada, hacia dónde ponemos la atención: más hacia el exterior, hacia lo que hay de piel para fuera, o la enfocamos hacia el interior, hacia esa otra realidad profunda que la asociamos con el espíritu.

Yo tengo una constante predilección (no creo que haya cambiado mucho en los casi cincuenta años vividos) por la realidad exterior; es por ello que mi trabajo adopta la manera realista, necesito palpar el objeto, la luz que lo baña y todo aquello que lo hace existir, manifestar su naturaleza. No obstante nunca dejo de mirar también para adentro, de mí y del objeto; de ahí que utilice furiosamente el color y me salga el ramalazo simbolista y expresionista, de que prefiera la pintura matérica, de que me guste empastar en vez de cuidar el trazo o la veladura; o que prefiera la mancha a la línea, y si utilizo esta prefiera la curva a la recta.

Pero volvamos al asunto del tiempo, a los tres tipos relacionados con el pasado, presente y futuro.

Los añorantes del pasado cuentan batallitas, hazañas seleccionadas y dignas de contar, describen paisajes idílicos con un lenguaje sumamente cuidado tanto en la composición como el tratamiento. Dirigen su mensaje a instruidos y académicos lectores, orgullosos con lo que tuvieron y aún conservan y que aprecian las buenas maneras como distintivo de clase. Sus obras respiran un concienzudo planteamiento, se vislumbra un refinado dibujo y utilizan el color apagado como representación, como revestimiento, como algo secundario.

Los futuristas, los vanguardistas, los modernos, van por delante, enarbolan la bandera del progreso. También ellos son amantes de las normas, aunque las utilicen para desbancar a las viejas. Son organizadores natos. Al fin de cuentas la norma es sinónimo de control, de buenos modales. Se mueven por círculos snob. Los creadores son obsesivos con abrir puertas, descubrir nuevas sendas. Están empeñados en redescubrir la pólvora, tienen que ser originales a toda costa. Utilizan la palabra contemporaneidad como estandarte que los lleva allí, a la meta diseñada y soñada.

Los terceros, los presentistas, son más dados a la acción directa, son anárquicos, vivalavirgen y dados al descalabro, pero que le quiten lo bailao. Lo importante está en el camino, no en de dónde venimos ni a dónde vamos. En el proceso del quehacer está la gracia. Técnicamente son algo abandonados, algo desastres. No les importa adopta maneras de aquí y de allí, coger fragmentos de otros y de otras épocas, incluso fragmentar el tema y la composición. No se les puede exigir constancia, son inesperados y sorpresivos.

Sigo pintando paisaje “figurativo”: los alrededores del estudio, retazos del Duende, del barranco por donde pasaba el arroyo El Moro.

La espátula cargada de cantidad de óleo me sirve de florete para, gesticulando, sacar mis adentros. Me gusta que el color muestre su peso matérico. La hoja metálica, eláctica, va entrando en la pastosidad, haciendo surcos, que, a veces, dejan respirar al color de dentro.

No sé qué es lo primero en mi pintura, si lo que dicen los gesticulados trazos o lo que representan; de todas maneras sigo pensando que el motivo es la excusa para dialogar, o mejor aún, para enfrentarme, para desflorar la virginidad bidimensional del lienzo. ¡Coño, qué erótico y táctil es el óleo!

De todas maneras cuando me alejo del cuadro se convierte en la ventana impresionista que muestra la tridimensionalidad de lo representado. Estos dos conceptos: la factura y la representación son los extremos de una dualidad. Creo que no se debiera tomar partido por ninguno de ellos, se complementan.

Lo de la ventana, me hace pensar en sus dimensiones: un ventanuco a cierta distancia tan sólo deja ver bien un motivo pequeño o bien tan sólo un fragmento de la realidad; si nos acercamos a él, el marco se agranda, así como lo hace el fragmento, con el consiguiente cambio en la perspectiva. Habrá que tener en cuenta la escala al representar lo elegido. Es otra cosa (la escala) que puede darnos juego en el acto de pintar: las cosas sin relacionarlas con otras del entorno representadas a distintas escalas dan distintas sensaciones perceptuales.

Lo mismo sucede con la pincelada y la materia pictórica empleada: a mayor superficie y carga en el trazo, mayor importancia le daremos al acto de pintar, al cuadro como objeto artístico de por sí, independientemente de lo representado que quedaría en un segundo orden de importancia.

Otro tema digno de pensar es qué representar o qué remarcar de lo que vemos en nuestro entorno. Vemos y vivimos insertos en la realidad, en la naturaleza, una naturaleza más o menos domesticada o humanizada. ¿Es también la misión del artista el poner orden en el caos de la naturaleza?, ¿diseñar otra más acorde con nuestras necesidades y exigencias de nuestras ilusiones? ¿Se trata de repudiar lo existente y aspirar a ser creadores de la perfección?

Creo que la ilusa razón del hombre nos está llevando por caminos equivocados, ni siquiera se puede decir que estamos abocados a la autodestrucción como seres naturales, llevádonos al universo con nosotros a la tumba. ¡Hasta con el derrotismo somos pretenciosos!

En el mundo artístico hay una clara constancia a la simplificación, a buscar la limpieza, la simplicidad. El arte moderno ha llegado a pasar la naturaleza a través de un tamiz matemático reducionista y minimalista. Ahora, posiblemente a esto le llames posmodernidad, las intenciones se han diversificado, el pensamiento único se ha roto, se ha dejado de darle tanta importancia al uniformismo egocéntrico. Puede que sean momentos en el que se está bajando la guardia ante el monstruo usurero del capitalismo globalizador. Creo que lo importante de la existencia de cada uno de nosotros es sencillamente ser conscientes de que somos efímeros, que somos una mierda maravillosa en medio del cosmos. Que hay que dejarse de pretensiones de organizar y recomponer nuestro entorno, nuestra naturaleza y la de los demás seres. Si como seres humanos tenemos la condición de crear y destruir porque nos da la gana, hagámoslo, pero con consideración, sin prepotencia, a sabiendas de que somos una mierdecita en medio del maravilloso caos.

Yo seguiré admirando el magnífico caos de la naturaleza. Ahí está, lo veo y por lo tanto lo pinto. De todas maneras yo también soy confusión y en definitiva lo que hacemos son autorretratos. Representémonos caóticos, a imagen y semejanza de la naturaleza. Dejémonos de banalidades y de mentiras. ¿A quién queremos engañar? ¿A nosotros mismos?


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